domingo, 6 de enero de 2019

Feliz 2019


Una de mis metas de 2918 fue volver a escribir en mi blog.

Y qué mejor que hacerlo un domingo temprano, mientras toda mi familia duerme, yo puedo escribir con tranquilidad.

Me gustaría iniciar este 2019 comentando porqué escribí tan poco el 2017 y nada el 2018. La única razón fue que tuvimos un problema familiar de larga duración que hacía que todo lo que escribiera fuera demasiado triste y que de a dejara de sentir ganas de escribir.

En fin, pienso que todos los años son un nuevo comienzo por lo que me volveré a dar una oportunidad con esto de la escritura, comentando de paso que el problema vivido va en buen camino de mejora.

Este 2018 fue un año de aprendizaje, uno de mis grandes aprendizajes fue el guardar silencio. (Tal vez esto se relacione también con el dejar de escribir, no lo había pensado)

Guardar silencio y aprender a escuchar, escuchar con el corazón, como me han enseñado mis grandes amigos de EMM.

Escuchar, solo escuchar…. Sin juzgar, sin criticar, sin dar consejos, sin hablar de mis experiencias similares, sin dar una opinión acerca de lo que me cuentan.

Escuchar, escuchar para entender lo que me están contando, para conocer todos los detalles, para empatizar con lo que le pasa al otro…

Escuchar, escuchar y hacer preguntas asertivas para llegar mejor entendimiento…

Eso es algo muy difícil, pues tiendo a hablar mucho, indicarle al resto lo que deben hacer, lo que deben sentir, a contar que me paso igual, etc.

Pero este nuevo aprendizaje es muy importante para mí. Comprendí que debía quedarme callada cuando me di cuenta de que me estaba desconectando de lo que le pasaba mis hijos, vivir con adolescente es difícil, ser juzgado y criticado continuamente por un adolescente es agotador, pero lo más doloroso es sentir que se están alejando, que prefieren a sus amigos, que la relación íntima y de complicidad que existía cuando era niños, el acostarse todos en nuestra cama y ver películas los domingos, el contarles un cuento para dormir, el hacernos cosquillas hasta llorar, son cosas que se van diluyendo y perdiendo en el tiempo.

Sé que los adolescente tienden a no confiar en sus padres, la verdad es que no espero ser amiga de mis hijos, tampoco confidente, solo espero que confíen en mí, que no teman decirme lo que sienten, lo que creen, lo que hacen, aunque yo no esté de acuerdo.
Me costó un poco entender que para que esta confianza se establezca debo acogerlos, sin juzgar, sin criticar, sin corregir, fue difícil, pues como mamá, siempre quiero protegerlos y decirles que hacer para no sufrir, pero no siempre se puede.

Y si bien, esto inicio por mis hijos, me he dado cuenta de que quedarme callada también mes sirve con mi esposo, con mi familia de origen, amigos y trabajo, pues, me conecto mejor con las personas.

Este inicio de año comienzo agradecida, de mis hijos, de mi esposo, de mi familia, mi trabajo, mis amigos… incluso de mi perro y gato… pues, sentí el cariño de todos cuando pasaba por momentos difíciles y este 2019 viene con nuevos proyectos que nos animarán como familia.

El 2018 también me aceré a Dios, lo que me recuerda: fe, esperanza y amor; fe en Dios, esperanza de un feliz año y amor por toda mi familia y amigos.

¡Que tengamos todos un excelente 2019!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es difícil eso de escuchar al otro sin juzgar, sin corregir, sin opinar, pues uno siempre cree que tiene la palabra precisa, el consejo exacto, la solución justa o el ejemplo más didáctico, pero es un tremendo ejercicio, una oportunidad enorme de aprender y de mostrar humildad, pero debemos siempre estar conscientes de que es difícil y nunca pensar que lo hemos logrado o que ya hemos aprendido a hacerlo, ya que el día que pensemos eso, vuelve la soberbia y dejamos de escuchar.
Un abrazo