jueves, 18 de abril de 2019

Oración al Cristo del Calvario

En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de mi cuerpo a tu cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y solo pido no pedirte nada.
Estar aquí junto a tu imagen muerta
e ir aprendiendo que el dolor es solo
la llave santa de tu santa puerta.

Gabriela Mistral

lunes, 25 de marzo de 2019

Encuentro matrimonial


Recuerdo que quise ir a encuentro porque fueron mis papas, en realidad no tenía ni idea a lo que iba, como participante activa de la iglesia católica, pensé que serían como los típicos retiros o jornadas en las que reflexionaríamos sobre Dios, nuestra relación de pareja y se compartiría con otros matrimonios, pero estaba tan equivocada, si reflexione y compartí, pero lo hice con Patricio, de a dos, en intimidad, fue un regalo maravilloso, porque no nos habíamos dado ni cuanta como el día a día nos había agarrado y habíamos dejado de dialogar, de escucharnos mutuamente, de empatizar, de conectarnos. 
Yo solía pensar que solo con ver a Patricio sabía cómo estaba y que no eran necesarias las palabras en nuestra relación, así que los temas que hablábamos se centraban en nuestros hijos, en el trabajo, en las cuentas por pagar, en los vecinos ruidosos, en la última peli; sin darnos cuenta, caímos en lo cotidianos y dejamos de preguntarnos de corazón un verdadero ¿Cómo estás?. En encuentro aprendí a ser más asertiva, a escuchar y a dialogar con Patricio.

Es por esto que yo invito a todas las parejas que quieran mejorar su relación a vivir este maravilloso regalo.

martes, 26 de febrero de 2019

Quiero comer curanto… con Chapalele


Hablar de Curanto hecho con mariscos congelados es una verdadera aberración, así que por muchas ganas que yo tenga de comer curanto estoy frita, en verdad estoy frita por varias razones, la primera, y tal vez la más importante, es que no sé cómo realmente se prepara, solo tengo una vaga visión de cuando lo he comido, lo otro, es que tengo mariscos congelados, así que no me queda de otra que conformarme con una especie de cocimiento de pollo, cerdo, papas, mariscos congelados y vino blanco.

Este es un plato que no comprendía cuando era niña, ¿a quién se le ocurre comer algo tan caliente en pleno verano? Es que a mi familia se le ocurría pedir Curanto en algún restorán cuando íbamos a la playa – con mariscos fresquitos – ellos decían.

Creo que la primera vez que le tome el gustito fue en una asado de mi primo Tito, estaba yo saludando a los parientes cundo veo al suegro de mi primo agachado sobre una olla que estaba sobre unas brazas en el suelo, completamente concentrado en el humo de la olla, ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor, le pregunte qué estaba haciendo – Curanto en olla – respondió. Nunca más he borrado esta imagen de mi cabeza, pues, cuando levantó la tapa de la olla y me mostro lo aquel cocimiento, los aromas me envolvieron y el asado simplemente dejó de importarme.

Ya comí Pulmay en  Valdivia y una de las cosas que debo hacer antes de morir es viajar a Chiloé a comer Curanto o a la Isla de Pascua a comer un Umu Rapa Nui.

Hay una receta de Curanto en el libro “Afrodita” de Isabel Allende, libro que ha sido hasta ahora el libro más sensual que he leído, libro que me envuelve y me encanta.

Hoy tengo muchas ganas de comer Curanto, sobre todo después de leer todos los beneficios afrodisiacos que se dice que posee o al menos que me sirva para dormir siesta a patas sueltas toda la tarde, y sé que es un yerro preparar tan magnifica receta con mariscos congelados, así que solo me conformaré con una sopa, solo para sacarme mi antojo.


Libro del mes... Afrodita... léanlo y sean seducidos por el...

lunes, 18 de febrero de 2019

Una blusa sin planchar…

El 14 de febrero, día de los enamorados, al menos eso dice nuestra sociedad capitalista al llenar de globos rojos y chocolates de corazones las tiendas, me puse ropa interior sexi, un vestido acinturado, mis chalitas rosa, mi cartera roja y partí como una enamorada a almorzar con mi esposo.

Cuando iba en el metro, me llamó la atención una chica porque tenía una blusa igual a una mía. Lo primero que noté es que la tenía muy arrugada, sobre todo en los hombros, pensé que esa blusa se usa bien planchada, luego que ella era un poco rellenita y que en la parte superior a la espalda se le veía un poco ajustada, “tirante” y que no le quedaba bien, además iba con todo el pelo amarrado en un moño de vieja y con shorts. Yo no soy partidaria de que un adulto use shorts en la ciudad, bueno, ella seguro aún seguía en sus veintes, así que decidí perdonarle lo de los shorts. Pobre chica, pensé, que ganas de enseñarle, de decirle que si planchara la blusa, la luciría mucho mejor.

Luego comencé a divagar que cuando yo usara esa blusa, me cuidaría de no verme así, que la plancharía muy bien, además, a mí me queda mucho más holgada… en fin... nos bajamos del andén en el mismo lugar, para hacer cambio entre línea 6 y línea 1, este trasbordo en particular tiene un pasillo largo y ella quedo delante mío.

Lo que yo no había notado es que ella iba de la mano de un muchacho bastante guapo, pelo castaño claro, casi rubio, tez dorada por el sol, vestido con jeans y una polera blanca, se veía bastante bien y como que, en mi mente hollywoodense, no calzaban. Es que Hollywood me enseñó desde muy niña que solo los guapos andan con guapos.

Comencé a pensar que ese pensamiento era bastante injusto, pues yo no me había fijado en el rostro de la chica, solo en su ropa y mientras mi mente jugaba con estos pensamientos, note que ella iba sonriendo, que el chico que la acompañaba comenzó a hablarle en el oído, que le hizo cosquillas, que se adelantó entre la multitud un par de pasos para que ella lo persiguiera, luego corrió ella y él la persiguió, apuré el paso para seguirlos disimuladamente,  se veían muy enamorados y muy felices…

Y pensé, que arrogante fui, que puedo enseñarle yo a esta chica tan feliz, debería ser yo quien aprendiera de ellos, a ser más niña de vez en cuando, a juguetear con Patricio más seguido, a reír en el metro de Santiago más seguido y ser más feliz.

Dejé en paz a mis enamorados y continué mi camino soñando con mi encuentro con mi propio enamorado y en mi blusa, pensando que usarla sin planchar sería una fantástica idea.

miércoles, 13 de febrero de 2019

Pelando y picando apio

Cuando era chica veía a mi mamá, mi abuela o la nana picar y picar y picar apio, desde esa época que decidí que nunca iba a picar apio en mi vida.

Resulta que en Chile esta cosa de picar apio es bien compleja, uno lo tiene que pelar, le tiene que sacar todas las hilachas, tiene que partirlo, cortarlo a lo largo, fino, junto pero separado, después remojar y el apio se empieza como encrespar. Queda bien bonito y crujiente, pero es un tremendo trabajo, entonces yo, en mi sabiduría infantil, decidí que ni siquiera me iba a molestar en comprar apio alguna vez porque yo no iba a ser ese tremendo trabajo, además, cuando era niña pensaba que la cocina no era lo mío, prefería dibujar, cantar, pintar y cualquier otra cosa menos estar estorbando en la cocina, es que era tan torpe que era un estorbo.

Pasaron los años y un día, ya la universidad, una compañera me invitó almorzar a su casa y la vi tomar una ramita de apio, lavarla bien y picarla atravesada, como quien dice, en medallones. Se demoró tres segundos en preparar la ensalada, no pelo nada y le quedó bastante rico, entonces se me abrieron los ojos a un mundo nuevo, pues pensé que yo podría copiar esta manera de picar el apio y no estresarme picándolo a lo largo.

Así que en mi vida de casada, cuando ya estaba más reconciliada con la cocina y con ganas de ponerme a innovar con las ensaladas, comencé a picar el apio como lo hacía mi amiga y lo que es bastante rápido, fácil y hasta agradable.

Sin embargo, hace un par de semanas, antes de irme de vacaciones, había comprado una matita de apio, no me la lleve, no me la comí, se quedó en el refrigerador y hoy la encontré, el apio estaba bastante mustio, pero no estaba malo, no estaba podrido para nada, pero había perdido un poco el color y estaba medio seco. Me acordé que el apio es una verdura maravillosa que uno pone a remojar en agua y empieza a hidratarse de una forma increíble, sin embargo cómo estaba medio feito y habían algunas partes un poco amarillentas, se me ocurrió pelarlo la antigua, a pesar de que creí que nunca lo iba a hacer, por eso no hay que escupir al cielo, y empecé a buscar unos vídeos de YouTube a ver si encontraba a alguien que enseñe hacer esto, encontré un par de videos de unas señoras mayores que me recordaron a mi abuela porque no hablaban sólo pelaban y picaban el apio, sin ninguna instrucción, exactamente como mi abuela esperaba que yo cocinara, de solo verla.

Tal como mis recuerdos de niña, lo pelaron prácticamente completo, pero resulta que, pelar un apio por completo, a mí me da sensaciones encontradas primero porque el apio sin pelear es muy sabroso, a mí me gusta mucho, me como hasta las hojas, sobre todo las que están más cerquita del corazón, me encanta el sabor fuerte del apio,  y creo que cuando uno le saca tanta comida el apio queda medio insípido, sin embargo quería pelear algunas partes que estaban amarillentas, así que empecé a pelear como pude una rama de apio, me costó un montón y recordé porque había decidido no pelarlo. Pero reconozco que se ve muy bonito a lo largo y crespito, pero a mí no me quedó muy bonito además, lo hice cuando tenía el almuerzo casi listo lo cual tampoco fue buena idea porque, para que el apio chupe harta agua y quede como crespito, hay que tenerlo harto rato en el agua, si hubiese partido haciendo el apio y hubiese tenido todo el tiempo de remojo mientras cocinaba el resto de la comida habría quedado mejor. Otra cosa fue que al final decidí igual picarlo atravesado porque, como me quedo tan feito, pensé en mis pobres hijos y pensé que no tenían por qué comer algo tan feito y decidí picar por lo menos dos ramitas para ellos.

A mi hermano Santiago le encanta el apio lo más pelado posible, es la antítesis de mí, a mí me gusta con todo su sabor y a él le gusta con nada, pero nada de hilacha, él amaba como su suegra picaba el apio porque ella se lo dejaba justo para su gusto, así que cuando yo lo invitó a comer, le preparo ensalada de lechuga 😅

En varios platos de nuestra comida chilena hay preparaciones que toman mucho esfuerzo lo que me hace pensar que sí... me gusta comer rico... pero ¿es necesario que pasemos tantas horas en la cocina? no lo sé.

Tal vez algún día, cuando yo sea una señora jubilada con nana y sin niños que criar, pueda dedicarme toda una mañana a picar el apio, tal vez  aprenda bien, me quede bonito, crespito y crujiente, pero definitivamente ahora soy un cero a la izquierda.

PD… Tengo que mencionar que me gusta mucho meter la mano al agua del apio remojado, me da una sensación de frescura maravillosa.

lunes, 28 de enero de 2019

Estofado de Cerdo a la Chilena


Hoy decidí hacer la receta de “Estofado de Cerdo a la Chilena” que aparece en YouTube en el canal de Álvaro Barrientos. 

La verdad es que él lo hizo parecer sencillo y delicioso, comentando que a los niños chilenos les gusta la sopa, que me dieron ganas de prepararlo. A pesar de saber que, probablemente, mis hijos son de otro planeta porque definitivamente con las sopas ni fu ni fa, pero este plato se veía tan apetitoso que pensé que a los niños les encantaría y me atreví a hacerlo.

Partí muy entusiasmada, puse el video, tuve que verlo tres veces porque no era capaz de retener los ingredientes, y no me di ni cuenta como fui cambiando la receta en el camino, es que comencé a cocinar con todos los ingredientes en el mesón, pero nada pelado y cortado aún, mi entusiasmo me llevó a dorar el cerdo con el aceite de oliva, escuchaba como sonaba en la olla y pero yo ni siquiera había cortado la cebolla.

Visualicé rápidamente un cerdo quemado, pensé que si comenzaba a cortar a la perfección y medir todo lo que Álvaro decía, me iba a demorar un kilo(ya sé que no es una medida de tiempo, esta es solo una expresión chilena), además, quería terminar de cocinar y limpiar el living antes de que llegara mi esposo, así que estaba contra el reloj, trate de no angustiarme y simplemente improvisar, imagine a la mamá del chef haciendo esta receta, dado que él dijo que era una receta de su mamá, me imagine una señora agradable, con una sonrisa en su rostro y preocupada de mil cosas, como la mayoría de las madres, pensé que ella aprobaría que no siguiera al pie de la letra la receta de su hijo, que podía medir al ojo, pues me imaginé que ella debía tener la medida en sus manos, en su "ojímetro" personal, la verdad es que esto lo imagine porque es la manera en que cocinaba mi madre y mi abuela (así fue como me quedé prácticamente sin ninguna receta familiar, ya que cada vez que les pedía que me indicaran las cantidades, ellas hablaban de poco, más o menos o mucho... yo quedaba igual)

Pensaba que yo nunca cocinaría así, al ojímetro, y mis primeras incursiones en el arte culinario fueron una copia fiel a las recetas que encontraba, ya sea en integrantes de mi familia que si se dignaron a darme correctamente las medidas, o por alguna revista o internet; pero ya ven, nunca hay que escupir al cielo.

Y bueno, me sentí completamente autorizada por la madre imaginaria de Álvaro, creada en mi mente imaginaria, y por todas mis ancestras. También pensé que Álvaro motiva a disfrutar de la cocina y concluí que tampoco le molestaría, así que adapte la receta a la necesidad del momento.

La receta decía...
- Pulpa de cerdo, yo use posta de cerdo
- Pimentón rojo, yo tenía verde, no le puse
- Media taza de apio, yo pique una rama entera, incluyendo las hojas
- Media taza de zanahoria cortadas en media luna y yo le puse una zanahoria entera sin medir cuanto era
- Media taza de salsa de tomate, yo le puse el sachet completo sin medir cuanto era
- Orégano fresco, use seco, no fresco.
- Perejil, olvidé comprar
- Cebolla y papas cortadas en plumas, yo las corté en media luna porque me demoro menos que cuando corto en pluma
- Vino blanco, lo olvidé, lo que me dio un poco de pena porque tengo uno de exportación exquisito... mmm…
- Ajo, en ninguna momento dijo que lo usaramos, yo le puse, es que me encanta

Mi esposito llegó cuando yo aún estaba cocinando, sin limpiar el living y la cocina revuelta, así que no logre tener todo hermoso como mi mente imaginaría quería, pero al entrar me dijo - mmmm, huele rico - y eso fue suficiente para alegrar mí tarde.

Durante la cena, Coni solo comió la carne y las papas, Patricio chico estaba durmiendo (con tanto calor el pobre se durmió a las 5 de la tarde y no pudimos despertarlo nunca jamás) y a mí me pareció que mi plato se parecía mucho a mi versión de caldillo... tal vez inconscientemente preparé un caldillo de cerdo... 😅... pero me dio mucho gusto que mi esposo se repitiera.

De todos modos, gracias Álvaro, seguiré mirando tus recetas y tratando de aprenderlas. 

Me encanta la comida bien chilena.

PD: Absolutamente recomendable el canal de Álvaro, es entretenido, no esconde trucos, es simple y dan muchas ganas de comer mientras cocina.

domingo, 27 de enero de 2019

“Lecciones de Seducción”, de Pilar Sordo.


Libro del mes… “Lecciones de Seducción”, de Pilar Sordo.

“Las mujeres altas quieren ser más bajas, las crespas quieren tener el pelo liso, a las de pelo liso les encantaría tener el pelo ondulado, a las morenas les gustaría ser rubias, a las rubias les hubiera fascinado ser morenas, a las que tienen piernas largas y talle corto les hubiera acomodado más tener talle alto y las piernas no tan largas.
Algo nos pasa a las mujeres con nuestro proceso de autoaceptación. En la medida en que vamos creciendo, vamos adquiriendo la sensación de querer ser distintas a lo que somos."

La primera vez que escuché de este libro fue de mi hermana, ella me lo recomendó, diciéndome que era un libro que ayudaba a encontrar la seducción en un mismo, motivando a un autoconocimiento y a un aceptarse tal como una es. Me dijo que había que leerlo de a poquito, digerirlo letra a letra, pero la verdad es que, a pesar de lo atractivo que parecía el libro, me demoré un par de años en leerlo.

Al leerlo, encontré la sutileza y delicadeza de la seducción que tenemos todas las mujeres, encontré la suavidad de mi piel, la tibieza de un baño de espumas, el agrado de usar ropa que me haga sentir libre y feliz, el agrado de caminar con la espalda derechala frente en alto y al son de mis caderas.

Este libro lo recomiendo a todo el mundo, en especial, a aquellas mujeres que quieran aceptarse, coquetear con una misma y amarse más.

domingo, 20 de enero de 2019

Humitas

Me encantas las humitas pero las preparo una vez al año, así que es bien común que olvide la receta. Aprendí hace un par de años que para mi familia de cuatro, con 6 choclos me basta y me sobra.

Decidí hacer mis humitas el miércoles pasado con los choclos que había comprado el domingo. Por supuesto, las hojas ya no estaban tan bonitas pero no me importó porque el truco de mi mamá es muy bueno, echar las hojas o chalas de las humitas en una olla con agua hirviendo para que se limpien y ablanden. Así que comencé pelando los choclos y luego seguí con el pino, pero ya había olvidado cuántas cebollas necesitaba para el pino así que llamé a mi mamá para preguntarle, pero no me contestó, no me quedó de otra que preguntar por el WhatsApp familiar, de esa forma, cualquiera de mi familia que sepa la receta podría ayudarme y, tal como lo esperaba, no tardaron en contestar varios de mi familia, después de un par de comentarios, acordamos que eran dos cebollas grandes o tres pequeñas.

Seguí con la labor de elaborar el pino, pique la cebolla con mi picador de cebolla, para que no me quede como pa’ganso, la freí en manteca, busqué la albahaca la cual, con tanto calor, se me había secado, pero no me importó, estaba seca pero buena, así que simplemente la molí entre mis manos, quedó como una especie de orégano, agregue sal, ají de color y un ingrediente secreto que no se los puedo decir porque es secreto, mi mamá me lo dio y como mi mamá no me autoriza decir sus secretos, no se los puedo contar.


Por supuesto que este plato lo tengo que hacer con mi aspiradora al lado, porque saltan los pelos de choclo y no sé cómo controlarlos, me lleno de pelos, soy pésima sacando los pelos, pelos en el mesón, pelos en el piso, pelos en mi ropa, pelos en las chalas… pelos por doquier… así que apenas iba pelando, iba aspirando, y pensando que capaz que estás humitas igual me queden con pelos.

Como la Coni no me quiso acompañar, ayudar, ni siquiera conversar mientras yo cocinaba, me sentí obligada a buscar la mejor música que me acompañara. Es cogí a Bruno Mars y al son de “The Lazy Song” seguí rayando el choclo, sacando la mayor cantidad de pelos posibles. Para moler el choclo use mi “un dos tres”, es lenta pero funciona de maravilla, tengo que agregar de a poquito puñados pequeños de choclo picado. Este proceso es lento, pero mecánico, así que me permitió meditar mientras trabajaba. Apague la música un ratito para escuchar mi propio pensamiento y me vinieron muchos recuerdos a la cabeza.

  • Recordé que cuando era más chica y le ayudaba a mi mamá moler el choclo ella me decía “no tan molido que queda muy jugoso, no tan grueso que queda muy duro”. La maravilla de que mi choclo no fuera tan fresco es que no me quedó para nada jugosos así que los pude moler al máximo, sin pensar tanto si lo hacía bien o no. Las humitas de mi madre son exquisitas, a pesar de que yo hago su receta, no me quedan igual, de niña añoraba la llegada de la temporada de hacer humitas, no sólo porque le quedaban muy ricas, sino que me encantaba toda la magia que se producía durante la preparación, las preparábamos en familia y era entretenido, con cariño, con paciencia y con alegría. En el tiempo se sumó mi cuñada Sole y con ella es más entretenido aún, pues ella es chistosa, lo pasamos muy bien cocinando en familia y comiendo esas humitas suavecitas que mi mamá prepara, a ella siempre le quedan suavecitas, sabrosas, son realmente exquisitas las humitas de mi mamá.
  • Recordé la historia de un amigo que su polola le regaló humitas y le quedaron tan mala que las dejo en el congelador por mucho tiempo, no quiso botarlas porque no quiso hacer evidente el mal trabajo de su polola al prepararlas, sin embrago, cada vez que alguien se pegaba en alguna parte y debía ponerse hielo, sacaban humita del frigider y se la ponían en el golpe, era muy chistoso.
  • Recordé que una vez probé unas humitas hechas con manteca de cerdo, me dijeron que esa era la receta original, creo que hasta aparecieron unos pedacitos de cerdo dentro de la humita, la encontré muy mala.
  • Recordé que la mayoría de mi familia le gusta echarle azúcar a las humitas, es común ver el azucarero sobre la mesa cuando nos juntamos a comer humitas. Yo las prefiero con ensalada a la chilena.

De tanto acordarme de las humitas que he probado durante mi vida, no me di ni cuenta cuando ya había terminado de moler todo el choclo.
Lo demás fue fácil, mesclar el choclo con el pino, estilar las hojas, hacer “amarras”, porque yo no uso pitas, sino que corto tiritas de las mismas hojas y amarro las humitas con ellas, armar la huma y a la olla.

En total me salieron 15 humitas medianas.
Me demoré como 3 horas en hacerlas y como ya era tarde, apareció Coni con hambre, como que se acordó que su mama existía cuando le rugió su guatita… mmmm… se puso feliz cuando vio lo que había de almuerzo y ver sus ojitos brillantes hizo que todo el trabajo valiera la pena.

sábado, 19 de enero de 2019

La decisión de amar

– ¿Cuál es la clave para un buen matrimonio? – preguntó el otro día el diacono de la capilla durante la liturgia.
– Tomar la decisión de amar – dije yo
– Pero si el amor uno lo siente, no lo piensa ¿cómo va a decidir amar? – me respondió. Escuche murmullos de la gente que desaprobaban mi respuesta y otros comentaron, la confianza, la comunicación, la lealtad, etc. El diacono siguió con su prédica y yo no insistí con mi idea, en realidad no era el momento para comenzar a debatir su opinión sobre el amor y la mía.

Lo cierto es que para mí, lo que el describió es lo que uno siente por primera vez, apenas el primer paso, es apenas un enamoramiento y así como viene se puede ir porque vi a un tipo era guapo lo encontré lindo me movió todas las hormonas y sentí que todo se me alborotó, puedo creer que me estoy enamorada;  Pero ¿y si después veo otro mejor? lo más probable es que otra vez se vuelvan a alborotar todas las hormonas y entonces ¿es amor o solo las hormonas?
Es posible que en una relación estable, que lleva un ritmo cotidiano y tranquilo, aparezca un tercero, guapo, piropero, cariñoso, que mueva las hormonas y se convierta en un amante; es él que te dice algo lindo, te hace sentir  mariposas y resulta que después de varios años de relación, tu pareja ya no te dice que estás bonita o lo dice, pero ya se convirtió en algo tan cotidiano que no lo notas.

El enamoramiento ese simple, rápido y aparece sin que lo llamen, mantenerlo es todo un desafío.

Entonces, ¿qué significa tomar la decisión de amar?

En mi caso particular, es algo que me costó entenderlo la primera vez que lo escuche, al principio pensaba que era aguantar al otro hasta que la muerte los separe, pero en el tiempo descubrí que amar significa que no te vas a quedar de brazos cruzados, esperando que mágicamente estés enamorada para toda la vida de esa persona con la que planeas llegar hasta la muerte, significa que vas a trabajar en tu relación, que tú vas a poner un 50 y tu pareja el otro 50, que hay que aprender a dialogar, a conocerse, respetarse, mostrarse tal cual uno es y aceptar al otro tal cual es, porque definitivamente no te puedes unir a alguien pensando que lo vas a cambiar, pensando que tiene un montón de defectos pero no importa en el camino lo ajusto, las personas no son unos autos, uno puede ir y ajustarlas a la medida que uno quiera, debemos iniciar la relación acogiendo al otro tal cual es.

Si estás iniciando la relación y vez que tu pareja tiene muchos defectos que no te gustan y te causan conflicto, mejor búscate otro más bueno, dijo la Rafaella Carrá. Si la cosa ya está más seria y te proyectas con esta persona, pues entonces, trabajen por la relación.

Se puede cambiar por el otro, sí, claro que se puede, pero lo haces por amor, yo cambio porque veo que el otro está sufriendo por mi comportamiento, puedo ser mejor persona para que mi pareja sea cada día un poco más feliz. Entonces, planteo que la mejora viene desde mí y no me vuelvo a una criticona, esperando que el otro cambie porque lo que yo digo es lo que debe ser.
Para lograr los cambios y mejoras, es fundamental el dialogo, decir lo que uno siente y para que esto funcione debe ser una decisión recíproca, no resulta si uno sólo trabaja, la decisión de amar se toma de a dos.

En este blog quisiera invitar a todas aquellas personas que quieran trabajar en su relación de matrimonio a vivir un fin de semana de encuentro matrimonial y así puedan tomar la decisión de amar.
Solo basta con poner en google “Encuentro matrimonial mundial” + País


lunes, 14 de enero de 2019

La Gloria

Mi abuela me contaba que a los 15 años pololeaba a escondidas en la plaza del pueblo, que la Gloria daba vueltas en bicicleta mientras ella se sentaba a coquetear con mi abuelo, hasta que la Gloria se aburría y le pedía que se fuera, entonces ambas pedaleaban devuelta a la casa. Eran las mejores  amigas, de esas que hacen pactos de amistad más fuertes que misma muerte.  Juraron que, si la que moría primero veía a la otra sufriendo, vendría por ella.

Un par de años más tarde a la Gloria la mandaron a estudiar la secundaría a Santiago, grandes escuelas decían, volvió ese mismo año, en el frío invierno, el féretro era blanco y hermoso, la meningitis fue más fuerte que ella.

La Gloria se le apareció un día en un sueño, “vente a vivir conmigo”, le dijo, mostrándole una hermosa casa sobre una pradera llena de flores. “No puedo todavía”, dijo mi abuela.

Nunca comprendió mi abuela porqué se le había aparecido, ella apenas llevaba un año de casada y ya había nacido su primera hija, se supone que en esa época ella era muy feliz. Se supone, porque nunca supe en verdad, cómo medía mi abuela su felicidad.

Mi abuela murió de 89 años y yo la imagino en aquella casa llena de flores, riendo y jugando con su mejor amiga.

domingo, 13 de enero de 2019

La paz del domingo en la mañana

"La paz la encuentro un domingo en la mañana
cuando escucho pájaros cantar desde mi ventana
a lo lejos me parece que canta un gallo.

La paz dura a penas unos minutos
justo antes del andar de autos y su infernal ruido.

La paz viene acompañada de una brisa de verano 
que hasta me da un poco de frió.

Será verdad o lo estaré imaginado
frió en verano,  gallo en Santiago, 
pensé que eran palabras que no se conjugaban"


No pensé que este domingo despertaría tan temprano, a las 8:30 es buena hora, pero…

¡¡¡A las 6:30, un domingo, en el que no tengo nada que hacer!!!

Es bastante molesto.
Despertar a las 9 para mí sería maravilloso.

Creo que muy pocas veces en mi vida he podido despertar tarde, sin contar los días de carrete, claro, cuando era joven, soltera y sobre todo, sin hijos, podría dormir hasta las 12 después de un carrete, levantarme a almorzar y seguir durmiendo.

Sin embargo, en mi día a día, tuve tendencia a levantarme temprano, primero, por mi madre, el fin de semana eran días en los que se debía hacer todo aquello que no hicimos en la semana, limpiar los rincones de la casa que la nana no la dejaba suficientemente limpios, ir al supermercado, ir a la feria, cocinar comida rica, etc. La cosa es que debíamos estar en pie desde temprano.
Lo que más recuerdo y lo que más extraño de esa época eran los desayunos, sobre todo en el verano, huevos duros, tomate con ajo, jamón, queso, mantequilla, mermelada, dulce de membrillo, marraquetas calientitas... mmm
Los desayunos de los fines de semana eran maravillosos y era un encuentro familiar, sobre todo cuando llegaban las encomiendas de mi abuela Mariela que traían queso de cabra, palta y aceitunas amargas. Esperaba todo el mes por esa cajita llena de olores y sabores del norte.

Pensé que cuando viviera sola podría dormir hasta tarde, pero no fue así, mi reloj biológico me despierta a más tardar las 8, prácticamente todos los fines de semana. Recuerdo un domingo en Parral, antes que nacieran los niños, desperté muy temprano y comencé a pasar la aspiradora de puro aburrida, Patricio se despertó, tomo un libro y simplemente me dijo "Toma, lee"...

Cuando mis hijos eran guaguas, era maravilloso despertar con ellos, tomarlos en mis brazos, acurrucarlos con mi calor, darles de mamar, hermosas mañanas disfrutándolos, diría que fueron los mejores días de mi vida, pero escucho la voz de mi hijo Patricio diciéndome "mamá, todos son los mejores días de tu vida, tu matrimonio, cuando nacimos, etc." y bueno, supongo que tengo muchos mejores días de mi vida.

Cuando fueron creciendo, intenté seguir la tradición de los desayunos en familia, pero después de varios intentos fallidos, en los que mi esposo me argumentaba que el despertaba sin hambre o que los niños salían de sus camas molestos por haberlos despertado, deserte, al final nadie la pasaba bien. Al principio me dio pena, pero luego comprendí que tenía que armar mis nuevas tradiciones, como el tele-cama-pizza o los viernes de juegos.

Los domingos como hoy, días de verano, sin compromisos, sin prisa o apuro, dejo que todos duerman hasta que su propio reloj biológico los despierte, mientras yo disfruto de un par de horas de silencio, en los que puedo escuchar mis propios pensamientos y escribir tranquilamente mi blog.

domingo, 6 de enero de 2019

Feliz 2019


Una de mis metas de 2918 fue volver a escribir en mi blog.

Y qué mejor que hacerlo un domingo temprano, mientras toda mi familia duerme, yo puedo escribir con tranquilidad.

Me gustaría iniciar este 2019 comentando porqué escribí tan poco el 2017 y nada el 2018. La única razón fue que tuvimos un problema familiar de larga duración que hacía que todo lo que escribiera fuera demasiado triste y que de a dejara de sentir ganas de escribir.

En fin, pienso que todos los años son un nuevo comienzo por lo que me volveré a dar una oportunidad con esto de la escritura, comentando de paso que el problema vivido va en buen camino de mejora.

Este 2018 fue un año de aprendizaje, uno de mis grandes aprendizajes fue el guardar silencio. (Tal vez esto se relacione también con el dejar de escribir, no lo había pensado)

Guardar silencio y aprender a escuchar, escuchar con el corazón, como me han enseñado mis grandes amigos de EMM.

Escuchar, solo escuchar…. Sin juzgar, sin criticar, sin dar consejos, sin hablar de mis experiencias similares, sin dar una opinión acerca de lo que me cuentan.

Escuchar, escuchar para entender lo que me están contando, para conocer todos los detalles, para empatizar con lo que le pasa al otro…

Escuchar, escuchar y hacer preguntas asertivas para llegar mejor entendimiento…

Eso es algo muy difícil, pues tiendo a hablar mucho, indicarle al resto lo que deben hacer, lo que deben sentir, a contar que me paso igual, etc.

Pero este nuevo aprendizaje es muy importante para mí. Comprendí que debía quedarme callada cuando me di cuenta de que me estaba desconectando de lo que le pasaba mis hijos, vivir con adolescente es difícil, ser juzgado y criticado continuamente por un adolescente es agotador, pero lo más doloroso es sentir que se están alejando, que prefieren a sus amigos, que la relación íntima y de complicidad que existía cuando era niños, el acostarse todos en nuestra cama y ver películas los domingos, el contarles un cuento para dormir, el hacernos cosquillas hasta llorar, son cosas que se van diluyendo y perdiendo en el tiempo.

Sé que los adolescente tienden a no confiar en sus padres, la verdad es que no espero ser amiga de mis hijos, tampoco confidente, solo espero que confíen en mí, que no teman decirme lo que sienten, lo que creen, lo que hacen, aunque yo no esté de acuerdo.
Me costó un poco entender que para que esta confianza se establezca debo acogerlos, sin juzgar, sin criticar, sin corregir, fue difícil, pues como mamá, siempre quiero protegerlos y decirles que hacer para no sufrir, pero no siempre se puede.

Y si bien, esto inicio por mis hijos, me he dado cuenta de que quedarme callada también mes sirve con mi esposo, con mi familia de origen, amigos y trabajo, pues, me conecto mejor con las personas.

Este inicio de año comienzo agradecida, de mis hijos, de mi esposo, de mi familia, mi trabajo, mis amigos… incluso de mi perro y gato… pues, sentí el cariño de todos cuando pasaba por momentos difíciles y este 2019 viene con nuevos proyectos que nos animarán como familia.

El 2018 también me aceré a Dios, lo que me recuerda: fe, esperanza y amor; fe en Dios, esperanza de un feliz año y amor por toda mi familia y amigos.

¡Que tengamos todos un excelente 2019!