lunes, 28 de enero de 2019

Estofado de Cerdo a la Chilena


Hoy decidí hacer la receta de “Estofado de Cerdo a la Chilena” que aparece en YouTube en el canal de Álvaro Barrientos. 

La verdad es que él lo hizo parecer sencillo y delicioso, comentando que a los niños chilenos les gusta la sopa, que me dieron ganas de prepararlo. A pesar de saber que, probablemente, mis hijos son de otro planeta porque definitivamente con las sopas ni fu ni fa, pero este plato se veía tan apetitoso que pensé que a los niños les encantaría y me atreví a hacerlo.

Partí muy entusiasmada, puse el video, tuve que verlo tres veces porque no era capaz de retener los ingredientes, y no me di ni cuenta como fui cambiando la receta en el camino, es que comencé a cocinar con todos los ingredientes en el mesón, pero nada pelado y cortado aún, mi entusiasmo me llevó a dorar el cerdo con el aceite de oliva, escuchaba como sonaba en la olla y pero yo ni siquiera había cortado la cebolla.

Visualicé rápidamente un cerdo quemado, pensé que si comenzaba a cortar a la perfección y medir todo lo que Álvaro decía, me iba a demorar un kilo(ya sé que no es una medida de tiempo, esta es solo una expresión chilena), además, quería terminar de cocinar y limpiar el living antes de que llegara mi esposo, así que estaba contra el reloj, trate de no angustiarme y simplemente improvisar, imagine a la mamá del chef haciendo esta receta, dado que él dijo que era una receta de su mamá, me imagine una señora agradable, con una sonrisa en su rostro y preocupada de mil cosas, como la mayoría de las madres, pensé que ella aprobaría que no siguiera al pie de la letra la receta de su hijo, que podía medir al ojo, pues me imaginé que ella debía tener la medida en sus manos, en su "ojímetro" personal, la verdad es que esto lo imagine porque es la manera en que cocinaba mi madre y mi abuela (así fue como me quedé prácticamente sin ninguna receta familiar, ya que cada vez que les pedía que me indicaran las cantidades, ellas hablaban de poco, más o menos o mucho... yo quedaba igual)

Pensaba que yo nunca cocinaría así, al ojímetro, y mis primeras incursiones en el arte culinario fueron una copia fiel a las recetas que encontraba, ya sea en integrantes de mi familia que si se dignaron a darme correctamente las medidas, o por alguna revista o internet; pero ya ven, nunca hay que escupir al cielo.

Y bueno, me sentí completamente autorizada por la madre imaginaria de Álvaro, creada en mi mente imaginaria, y por todas mis ancestras. También pensé que Álvaro motiva a disfrutar de la cocina y concluí que tampoco le molestaría, así que adapte la receta a la necesidad del momento.

La receta decía...
- Pulpa de cerdo, yo use posta de cerdo
- Pimentón rojo, yo tenía verde, no le puse
- Media taza de apio, yo pique una rama entera, incluyendo las hojas
- Media taza de zanahoria cortadas en media luna y yo le puse una zanahoria entera sin medir cuanto era
- Media taza de salsa de tomate, yo le puse el sachet completo sin medir cuanto era
- Orégano fresco, use seco, no fresco.
- Perejil, olvidé comprar
- Cebolla y papas cortadas en plumas, yo las corté en media luna porque me demoro menos que cuando corto en pluma
- Vino blanco, lo olvidé, lo que me dio un poco de pena porque tengo uno de exportación exquisito... mmm…
- Ajo, en ninguna momento dijo que lo usaramos, yo le puse, es que me encanta

Mi esposito llegó cuando yo aún estaba cocinando, sin limpiar el living y la cocina revuelta, así que no logre tener todo hermoso como mi mente imaginaría quería, pero al entrar me dijo - mmmm, huele rico - y eso fue suficiente para alegrar mí tarde.

Durante la cena, Coni solo comió la carne y las papas, Patricio chico estaba durmiendo (con tanto calor el pobre se durmió a las 5 de la tarde y no pudimos despertarlo nunca jamás) y a mí me pareció que mi plato se parecía mucho a mi versión de caldillo... tal vez inconscientemente preparé un caldillo de cerdo... 😅... pero me dio mucho gusto que mi esposo se repitiera.

De todos modos, gracias Álvaro, seguiré mirando tus recetas y tratando de aprenderlas. 

Me encanta la comida bien chilena.

PD: Absolutamente recomendable el canal de Álvaro, es entretenido, no esconde trucos, es simple y dan muchas ganas de comer mientras cocina.

domingo, 27 de enero de 2019

“Lecciones de Seducción”, de Pilar Sordo.


Libro del mes… “Lecciones de Seducción”, de Pilar Sordo.

“Las mujeres altas quieren ser más bajas, las crespas quieren tener el pelo liso, a las de pelo liso les encantaría tener el pelo ondulado, a las morenas les gustaría ser rubias, a las rubias les hubiera fascinado ser morenas, a las que tienen piernas largas y talle corto les hubiera acomodado más tener talle alto y las piernas no tan largas.
Algo nos pasa a las mujeres con nuestro proceso de autoaceptación. En la medida en que vamos creciendo, vamos adquiriendo la sensación de querer ser distintas a lo que somos."

La primera vez que escuché de este libro fue de mi hermana, ella me lo recomendó, diciéndome que era un libro que ayudaba a encontrar la seducción en un mismo, motivando a un autoconocimiento y a un aceptarse tal como una es. Me dijo que había que leerlo de a poquito, digerirlo letra a letra, pero la verdad es que, a pesar de lo atractivo que parecía el libro, me demoré un par de años en leerlo.

Al leerlo, encontré la sutileza y delicadeza de la seducción que tenemos todas las mujeres, encontré la suavidad de mi piel, la tibieza de un baño de espumas, el agrado de usar ropa que me haga sentir libre y feliz, el agrado de caminar con la espalda derechala frente en alto y al son de mis caderas.

Este libro lo recomiendo a todo el mundo, en especial, a aquellas mujeres que quieran aceptarse, coquetear con una misma y amarse más.

domingo, 20 de enero de 2019

Humitas

Me encantas las humitas pero las preparo una vez al año, así que es bien común que olvide la receta. Aprendí hace un par de años que para mi familia de cuatro, con 6 choclos me basta y me sobra.

Decidí hacer mis humitas el miércoles pasado con los choclos que había comprado el domingo. Por supuesto, las hojas ya no estaban tan bonitas pero no me importó porque el truco de mi mamá es muy bueno, echar las hojas o chalas de las humitas en una olla con agua hirviendo para que se limpien y ablanden. Así que comencé pelando los choclos y luego seguí con el pino, pero ya había olvidado cuántas cebollas necesitaba para el pino así que llamé a mi mamá para preguntarle, pero no me contestó, no me quedó de otra que preguntar por el WhatsApp familiar, de esa forma, cualquiera de mi familia que sepa la receta podría ayudarme y, tal como lo esperaba, no tardaron en contestar varios de mi familia, después de un par de comentarios, acordamos que eran dos cebollas grandes o tres pequeñas.

Seguí con la labor de elaborar el pino, pique la cebolla con mi picador de cebolla, para que no me quede como pa’ganso, la freí en manteca, busqué la albahaca la cual, con tanto calor, se me había secado, pero no me importó, estaba seca pero buena, así que simplemente la molí entre mis manos, quedó como una especie de orégano, agregue sal, ají de color y un ingrediente secreto que no se los puedo decir porque es secreto, mi mamá me lo dio y como mi mamá no me autoriza decir sus secretos, no se los puedo contar.


Por supuesto que este plato lo tengo que hacer con mi aspiradora al lado, porque saltan los pelos de choclo y no sé cómo controlarlos, me lleno de pelos, soy pésima sacando los pelos, pelos en el mesón, pelos en el piso, pelos en mi ropa, pelos en las chalas… pelos por doquier… así que apenas iba pelando, iba aspirando, y pensando que capaz que estás humitas igual me queden con pelos.

Como la Coni no me quiso acompañar, ayudar, ni siquiera conversar mientras yo cocinaba, me sentí obligada a buscar la mejor música que me acompañara. Es cogí a Bruno Mars y al son de “The Lazy Song” seguí rayando el choclo, sacando la mayor cantidad de pelos posibles. Para moler el choclo use mi “un dos tres”, es lenta pero funciona de maravilla, tengo que agregar de a poquito puñados pequeños de choclo picado. Este proceso es lento, pero mecánico, así que me permitió meditar mientras trabajaba. Apague la música un ratito para escuchar mi propio pensamiento y me vinieron muchos recuerdos a la cabeza.

  • Recordé que cuando era más chica y le ayudaba a mi mamá moler el choclo ella me decía “no tan molido que queda muy jugoso, no tan grueso que queda muy duro”. La maravilla de que mi choclo no fuera tan fresco es que no me quedó para nada jugosos así que los pude moler al máximo, sin pensar tanto si lo hacía bien o no. Las humitas de mi madre son exquisitas, a pesar de que yo hago su receta, no me quedan igual, de niña añoraba la llegada de la temporada de hacer humitas, no sólo porque le quedaban muy ricas, sino que me encantaba toda la magia que se producía durante la preparación, las preparábamos en familia y era entretenido, con cariño, con paciencia y con alegría. En el tiempo se sumó mi cuñada Sole y con ella es más entretenido aún, pues ella es chistosa, lo pasamos muy bien cocinando en familia y comiendo esas humitas suavecitas que mi mamá prepara, a ella siempre le quedan suavecitas, sabrosas, son realmente exquisitas las humitas de mi mamá.
  • Recordé la historia de un amigo que su polola le regaló humitas y le quedaron tan mala que las dejo en el congelador por mucho tiempo, no quiso botarlas porque no quiso hacer evidente el mal trabajo de su polola al prepararlas, sin embrago, cada vez que alguien se pegaba en alguna parte y debía ponerse hielo, sacaban humita del frigider y se la ponían en el golpe, era muy chistoso.
  • Recordé que una vez probé unas humitas hechas con manteca de cerdo, me dijeron que esa era la receta original, creo que hasta aparecieron unos pedacitos de cerdo dentro de la humita, la encontré muy mala.
  • Recordé que la mayoría de mi familia le gusta echarle azúcar a las humitas, es común ver el azucarero sobre la mesa cuando nos juntamos a comer humitas. Yo las prefiero con ensalada a la chilena.

De tanto acordarme de las humitas que he probado durante mi vida, no me di ni cuenta cuando ya había terminado de moler todo el choclo.
Lo demás fue fácil, mesclar el choclo con el pino, estilar las hojas, hacer “amarras”, porque yo no uso pitas, sino que corto tiritas de las mismas hojas y amarro las humitas con ellas, armar la huma y a la olla.

En total me salieron 15 humitas medianas.
Me demoré como 3 horas en hacerlas y como ya era tarde, apareció Coni con hambre, como que se acordó que su mama existía cuando le rugió su guatita… mmmm… se puso feliz cuando vio lo que había de almuerzo y ver sus ojitos brillantes hizo que todo el trabajo valiera la pena.

sábado, 19 de enero de 2019

La decisión de amar

– ¿Cuál es la clave para un buen matrimonio? – preguntó el otro día el diacono de la capilla durante la liturgia.
– Tomar la decisión de amar – dije yo
– Pero si el amor uno lo siente, no lo piensa ¿cómo va a decidir amar? – me respondió. Escuche murmullos de la gente que desaprobaban mi respuesta y otros comentaron, la confianza, la comunicación, la lealtad, etc. El diacono siguió con su prédica y yo no insistí con mi idea, en realidad no era el momento para comenzar a debatir su opinión sobre el amor y la mía.

Lo cierto es que para mí, lo que el describió es lo que uno siente por primera vez, apenas el primer paso, es apenas un enamoramiento y así como viene se puede ir porque vi a un tipo era guapo lo encontré lindo me movió todas las hormonas y sentí que todo se me alborotó, puedo creer que me estoy enamorada;  Pero ¿y si después veo otro mejor? lo más probable es que otra vez se vuelvan a alborotar todas las hormonas y entonces ¿es amor o solo las hormonas?
Es posible que en una relación estable, que lleva un ritmo cotidiano y tranquilo, aparezca un tercero, guapo, piropero, cariñoso, que mueva las hormonas y se convierta en un amante; es él que te dice algo lindo, te hace sentir  mariposas y resulta que después de varios años de relación, tu pareja ya no te dice que estás bonita o lo dice, pero ya se convirtió en algo tan cotidiano que no lo notas.

El enamoramiento ese simple, rápido y aparece sin que lo llamen, mantenerlo es todo un desafío.

Entonces, ¿qué significa tomar la decisión de amar?

En mi caso particular, es algo que me costó entenderlo la primera vez que lo escuche, al principio pensaba que era aguantar al otro hasta que la muerte los separe, pero en el tiempo descubrí que amar significa que no te vas a quedar de brazos cruzados, esperando que mágicamente estés enamorada para toda la vida de esa persona con la que planeas llegar hasta la muerte, significa que vas a trabajar en tu relación, que tú vas a poner un 50 y tu pareja el otro 50, que hay que aprender a dialogar, a conocerse, respetarse, mostrarse tal cual uno es y aceptar al otro tal cual es, porque definitivamente no te puedes unir a alguien pensando que lo vas a cambiar, pensando que tiene un montón de defectos pero no importa en el camino lo ajusto, las personas no son unos autos, uno puede ir y ajustarlas a la medida que uno quiera, debemos iniciar la relación acogiendo al otro tal cual es.

Si estás iniciando la relación y vez que tu pareja tiene muchos defectos que no te gustan y te causan conflicto, mejor búscate otro más bueno, dijo la Rafaella Carrá. Si la cosa ya está más seria y te proyectas con esta persona, pues entonces, trabajen por la relación.

Se puede cambiar por el otro, sí, claro que se puede, pero lo haces por amor, yo cambio porque veo que el otro está sufriendo por mi comportamiento, puedo ser mejor persona para que mi pareja sea cada día un poco más feliz. Entonces, planteo que la mejora viene desde mí y no me vuelvo a una criticona, esperando que el otro cambie porque lo que yo digo es lo que debe ser.
Para lograr los cambios y mejoras, es fundamental el dialogo, decir lo que uno siente y para que esto funcione debe ser una decisión recíproca, no resulta si uno sólo trabaja, la decisión de amar se toma de a dos.

En este blog quisiera invitar a todas aquellas personas que quieran trabajar en su relación de matrimonio a vivir un fin de semana de encuentro matrimonial y así puedan tomar la decisión de amar.
Solo basta con poner en google “Encuentro matrimonial mundial” + País


lunes, 14 de enero de 2019

La Gloria

Mi abuela me contaba que a los 15 años pololeaba a escondidas en la plaza del pueblo, que la Gloria daba vueltas en bicicleta mientras ella se sentaba a coquetear con mi abuelo, hasta que la Gloria se aburría y le pedía que se fuera, entonces ambas pedaleaban devuelta a la casa. Eran las mejores  amigas, de esas que hacen pactos de amistad más fuertes que misma muerte.  Juraron que, si la que moría primero veía a la otra sufriendo, vendría por ella.

Un par de años más tarde a la Gloria la mandaron a estudiar la secundaría a Santiago, grandes escuelas decían, volvió ese mismo año, en el frío invierno, el féretro era blanco y hermoso, la meningitis fue más fuerte que ella.

La Gloria se le apareció un día en un sueño, “vente a vivir conmigo”, le dijo, mostrándole una hermosa casa sobre una pradera llena de flores. “No puedo todavía”, dijo mi abuela.

Nunca comprendió mi abuela porqué se le había aparecido, ella apenas llevaba un año de casada y ya había nacido su primera hija, se supone que en esa época ella era muy feliz. Se supone, porque nunca supe en verdad, cómo medía mi abuela su felicidad.

Mi abuela murió de 89 años y yo la imagino en aquella casa llena de flores, riendo y jugando con su mejor amiga.

domingo, 13 de enero de 2019

La paz del domingo en la mañana

"La paz la encuentro un domingo en la mañana
cuando escucho pájaros cantar desde mi ventana
a lo lejos me parece que canta un gallo.

La paz dura a penas unos minutos
justo antes del andar de autos y su infernal ruido.

La paz viene acompañada de una brisa de verano 
que hasta me da un poco de frió.

Será verdad o lo estaré imaginado
frió en verano,  gallo en Santiago, 
pensé que eran palabras que no se conjugaban"


No pensé que este domingo despertaría tan temprano, a las 8:30 es buena hora, pero…

¡¡¡A las 6:30, un domingo, en el que no tengo nada que hacer!!!

Es bastante molesto.
Despertar a las 9 para mí sería maravilloso.

Creo que muy pocas veces en mi vida he podido despertar tarde, sin contar los días de carrete, claro, cuando era joven, soltera y sobre todo, sin hijos, podría dormir hasta las 12 después de un carrete, levantarme a almorzar y seguir durmiendo.

Sin embargo, en mi día a día, tuve tendencia a levantarme temprano, primero, por mi madre, el fin de semana eran días en los que se debía hacer todo aquello que no hicimos en la semana, limpiar los rincones de la casa que la nana no la dejaba suficientemente limpios, ir al supermercado, ir a la feria, cocinar comida rica, etc. La cosa es que debíamos estar en pie desde temprano.
Lo que más recuerdo y lo que más extraño de esa época eran los desayunos, sobre todo en el verano, huevos duros, tomate con ajo, jamón, queso, mantequilla, mermelada, dulce de membrillo, marraquetas calientitas... mmm
Los desayunos de los fines de semana eran maravillosos y era un encuentro familiar, sobre todo cuando llegaban las encomiendas de mi abuela Mariela que traían queso de cabra, palta y aceitunas amargas. Esperaba todo el mes por esa cajita llena de olores y sabores del norte.

Pensé que cuando viviera sola podría dormir hasta tarde, pero no fue así, mi reloj biológico me despierta a más tardar las 8, prácticamente todos los fines de semana. Recuerdo un domingo en Parral, antes que nacieran los niños, desperté muy temprano y comencé a pasar la aspiradora de puro aburrida, Patricio se despertó, tomo un libro y simplemente me dijo "Toma, lee"...

Cuando mis hijos eran guaguas, era maravilloso despertar con ellos, tomarlos en mis brazos, acurrucarlos con mi calor, darles de mamar, hermosas mañanas disfrutándolos, diría que fueron los mejores días de mi vida, pero escucho la voz de mi hijo Patricio diciéndome "mamá, todos son los mejores días de tu vida, tu matrimonio, cuando nacimos, etc." y bueno, supongo que tengo muchos mejores días de mi vida.

Cuando fueron creciendo, intenté seguir la tradición de los desayunos en familia, pero después de varios intentos fallidos, en los que mi esposo me argumentaba que el despertaba sin hambre o que los niños salían de sus camas molestos por haberlos despertado, deserte, al final nadie la pasaba bien. Al principio me dio pena, pero luego comprendí que tenía que armar mis nuevas tradiciones, como el tele-cama-pizza o los viernes de juegos.

Los domingos como hoy, días de verano, sin compromisos, sin prisa o apuro, dejo que todos duerman hasta que su propio reloj biológico los despierte, mientras yo disfruto de un par de horas de silencio, en los que puedo escuchar mis propios pensamientos y escribir tranquilamente mi blog.

domingo, 6 de enero de 2019

Feliz 2019


Una de mis metas de 2918 fue volver a escribir en mi blog.

Y qué mejor que hacerlo un domingo temprano, mientras toda mi familia duerme, yo puedo escribir con tranquilidad.

Me gustaría iniciar este 2019 comentando porqué escribí tan poco el 2017 y nada el 2018. La única razón fue que tuvimos un problema familiar de larga duración que hacía que todo lo que escribiera fuera demasiado triste y que de a dejara de sentir ganas de escribir.

En fin, pienso que todos los años son un nuevo comienzo por lo que me volveré a dar una oportunidad con esto de la escritura, comentando de paso que el problema vivido va en buen camino de mejora.

Este 2018 fue un año de aprendizaje, uno de mis grandes aprendizajes fue el guardar silencio. (Tal vez esto se relacione también con el dejar de escribir, no lo había pensado)

Guardar silencio y aprender a escuchar, escuchar con el corazón, como me han enseñado mis grandes amigos de EMM.

Escuchar, solo escuchar…. Sin juzgar, sin criticar, sin dar consejos, sin hablar de mis experiencias similares, sin dar una opinión acerca de lo que me cuentan.

Escuchar, escuchar para entender lo que me están contando, para conocer todos los detalles, para empatizar con lo que le pasa al otro…

Escuchar, escuchar y hacer preguntas asertivas para llegar mejor entendimiento…

Eso es algo muy difícil, pues tiendo a hablar mucho, indicarle al resto lo que deben hacer, lo que deben sentir, a contar que me paso igual, etc.

Pero este nuevo aprendizaje es muy importante para mí. Comprendí que debía quedarme callada cuando me di cuenta de que me estaba desconectando de lo que le pasaba mis hijos, vivir con adolescente es difícil, ser juzgado y criticado continuamente por un adolescente es agotador, pero lo más doloroso es sentir que se están alejando, que prefieren a sus amigos, que la relación íntima y de complicidad que existía cuando era niños, el acostarse todos en nuestra cama y ver películas los domingos, el contarles un cuento para dormir, el hacernos cosquillas hasta llorar, son cosas que se van diluyendo y perdiendo en el tiempo.

Sé que los adolescente tienden a no confiar en sus padres, la verdad es que no espero ser amiga de mis hijos, tampoco confidente, solo espero que confíen en mí, que no teman decirme lo que sienten, lo que creen, lo que hacen, aunque yo no esté de acuerdo.
Me costó un poco entender que para que esta confianza se establezca debo acogerlos, sin juzgar, sin criticar, sin corregir, fue difícil, pues como mamá, siempre quiero protegerlos y decirles que hacer para no sufrir, pero no siempre se puede.

Y si bien, esto inicio por mis hijos, me he dado cuenta de que quedarme callada también mes sirve con mi esposo, con mi familia de origen, amigos y trabajo, pues, me conecto mejor con las personas.

Este inicio de año comienzo agradecida, de mis hijos, de mi esposo, de mi familia, mi trabajo, mis amigos… incluso de mi perro y gato… pues, sentí el cariño de todos cuando pasaba por momentos difíciles y este 2019 viene con nuevos proyectos que nos animarán como familia.

El 2018 también me aceré a Dios, lo que me recuerda: fe, esperanza y amor; fe en Dios, esperanza de un feliz año y amor por toda mi familia y amigos.

¡Que tengamos todos un excelente 2019!