viernes, 20 de diciembre de 2013

40 – 1

Se cree, o al menos así lo creía yo, que con los años se adquiere paciencia, sabiduría y serenidad.   Pero, a pesar de tener casi cuarenta, aún no soy sabia, paciente ni serena, lo cierto es que mi vida sigue siendo un torbellino, la vida me sorprende, para bien y para mal, y si no fuera así, mi vida sería una verdadera lata porque cada vez que encuentro la paz, la tranquilidad y la serenidad me aburro como ostra. Me gustan los upside down de la vida no ser una simple espectadora de lo que ocurre a mí alrededor, sino que vivírmelo y sentirlo todo a concho.

Ayer… viví una masacre, al menos así lo sentí yo, me lo habían contado, pero no lo había vivido en carne propia, cuando de uno en uno comenzaron a llamar a todos los profes del colegio donde trabajo y comenzaron a decir quién se queda y quién se va, despidieron a la mitad, o tal vez a más. Yo me quedo, pero no puedo sentirme contenta por eso, no puedo sonreír viendo a personas que vi esforzarse y trabajar durante un año entero, jugándosela por sus alumnos y creer en ellos; y saber que ya no siguen sin entender el por qué. No sé qué paso, en el mundo de la ingeniería la cagada que tenías que mandarte para que te echaran tenía que ser grande, aquí no se cual es el criterio para despedir a alguien.

Hoy… fue el último día de clases de mis hijos, el colegio cierra para siempre, el llanto de profesores, alumnos, funcionarios y apoderado fue colectivo y me sigue doliendo el corazón, colegio de mierda, pucha que lo llegue a querer, más que un colegio, éramos una familia y ahora me siento perdida en el tiempo y en el espacio, ya tengo colegio para el otro año, pero no sé cómo será, como nos recibirán, si encajaremos, si gustaremos, etc.
Mi básica fue una mierda y cuide tanto de que la de mis hijos no fuera así y para que, para que igual terminaran con el corazón destrozado porque su colegio cerro, sin mucha explicación,  de un mes a otro… fue horrible y lo sigue siendo e imagino que lo será hasta, al menos, abril del otro año.

Entonces, no me siento para nada “cuarentona”, sabia, paciente, ni serena, tengo que volver a trabajar el lunes con buena cara y fortalecer a mis hijos durante todas las vacaciones y no tengo idea de cómo hacerlo; me siento como una niña triste y asustada, quisiera salir corriendo, llorando y refugiarme en un abrazo tibio y acogedor de alguien que me ame incondicionalmente, me sostenga un par de horas y me diga suavemente, mientras acaricia con ternura mi pelo, que todo saldrá bien.

Bueno, ya vomite todo mi ser en este blog…. Cuando mi humor cambie escribiré cosas más lindas.