viernes, 6 de enero de 2012

Dolor...

La primera vez que sentí dolor, verdadero dolor en mi vida fue cuando me caí de la bicicleta... ouch, fue un dolor tan fuerte que solo al recordarlo tiendo a cerrar las piernas... no, no me pidan que les cuente que paso ni como fue, pero solo puedo comentar que fue la manera más estúpida de perder mi virginidad.

La segunda vez que llore de dolor, que sentí que moriría de dolor y desee morir, fue cuando murió mi sobrina Constanza. Ese día murió mi mundo de niña, de Bils y Pap y murió una parte de mi corazón que nunca mas volverá, por eso no se extrañe nadie si a ratos simplemente no quiero sonreír.

La vida me siguió mostrando diferentes dolores, físicos y emocionales desde aquellos días, desde mis 17 años que he tenido una y otra vez sucesos que me han calado hasta lo más profundo de mi ser.

Y también debo admitir que soy hipersensible y que me afecta enormemente el dolor ajeno, por eso nunca rio cuando alguien se cae, tengo una tendencia más bien a prestar mi mamo para que esa persona se levante otra vez.

Tengo familiares y amigos que no tienen idea de cómo me afecta todo lo que ellos sufren. Por ejemplo pocos saben que la crisis que me dio el 2010 cuando me desmaye y termine en terapia intensiva durante 6 meses se gatillo luego de hablar con mi hermano, quien me estaba contando los problemas que tenía en su trabajo... ¡es que yo me los vivo en carne propia!... por eso nunca podría haber sido sicóloga, hubiera muerto y resucitado con cada uno de mis pacientes.

Hoy en día he aprendido algo.... solo algo... a controlar mis sentimientos... no, los sentimientos no se controlan, solo se conducen a algo mejor.
Cuando un amigo sufre, yo sufro con él y punto.

Cuando ese amigo es muy cercano, yo no solo sufro, sino que me conecto con cada célula y vivo, en carne propia, la angustia, la pesadilla y el dolor.
No me pasa con cualquier amigo, solo con algunos, con los que estoy verdaderamente conectada, con ellos lloro, rezo, me angustio y me duelen sus dolencias, en silencio, aunque no sepan, aunque no lo noten.

Es un verdadero don conmoverse con el dolor ajeno.

3 comentarios:

Andrés dijo...

En un mundo cada vez más aislado...indolente y preocupado de sus propios éxitos y necesidades...conmoverse por el dolor ajeno es un verdadero don.

un abrazo,

Bar dijo...

wow... que sabias palabras... gracias... pero tu mejor que nadie, sabes que esto es mas profundo, ¿no?

Andrés dijo...

Yo? claro...estoy conciente de ello. Pero un blog...no es el mejor lugar para conversar sobre aquello, :)