miércoles, 10 de diciembre de 2008

Imitemos a los niños

En los tiempos difíciles nos llenamos de angustias e incertidumbres.

Me quedo sin trabajo a fin de mes y ayer estuve más pendiente del celular y de las ofertas de Internet que cualquier otra cosa.

Cuando volví a casa intente tomar un té sin dejar de pensar en diferentes opciones para buscar trabajo, entonces mi hijito de 4 años me dijo “Mamá ¿y si vamos a andar en bicicleta?”

Que grandiosa oportunidad de vivir la vida me estaba regalando mi chiquitín en ese momento. El quedarme sentada toda preocupada solo sirve para atraer más angustias. Así que simplemente me levante de la silla, le puse los zapatos y partimos, con la Coincita, a dar vueltas alrededor de la cuadra.

Que simple, ni siquiera necesitaron un parque o una pista especial, solo una vereda suficientemente ancha como para pasear en bicicleta. Aquella actividad fue mejor que cualquier terapia anti estrés y hoy ya es un día diferente, en el que me vestí con más colores, sonreí con más intensidad y comencé, otra vez, en esta tarea de disfrutar la vida.

En la oficina hoy leí un pensamiento de Patricia May, que me llegó como anillo al dedo.


Los niños no tienen preocupaciones, solo viven y disfrutan.
Imitémosles pues, no preocupándonos si no ocupándonos. (Estas palabras no son mías, si no del segundo principio de Reiki)

Tomemos nuestra vida por las manos y vivámosla a “choncho”.
Reconozcamos y demos gracias por todo lo tenemos, no que tuvimos o tendremos, si no de las cosas que ahora nos rodean.

La vida misma ya es un regalo, nuestras virtudes, nuestros valores, nuestro amor. Mirémoslos a nosotros mismos reconozcámoslos como seres únicos y aprendamos a amarnos así. Luego seguimos cono todos los que nos rodean y nos quieren, nuestras familias, amigos, compañeros, todo aquél que es capaz de mirarnos y sonreír.

También reconozcamos lo material, tengo un techo sobre mi cabeza que me refugia todos los días, eso no es menor, tengo comida en mi plato, puedo comprarme de vez en cuando un chocolatito para endulzar mi vida, tengo ropa que yo misma he escogido, a mi gusto, tengo una tina que me permite regalonearme de vez en cuando… en fin, todas aquellas simples cosas que contribuyen a mi felicidad cotidiana… si, soy todos los días feliz.

Luego, hagamos las cosas con amor, como dice Silvio “solo el amor, convierte en milagro el barro”, vivamos el día a día, el minuto a minuto, disfrutando.

Así que...

¡Ah disfrutar la vida!

No hay comentarios: