El amor
en los tiempos del cólera solía ser uno de mis libros favoritos.
Lo leí cuando
era veinteañera, junto con un montón de otros títulos como: Del amor y mil
demonios, Eva Luna, Gracia y el Forastero, De amor y de sombra y Como agua para chocolate. Una época
en que aún creía en novelas rosa y aún tenía en mi piel títulos leídos en mi adolescencia
como: Palomita blanca, La niña en la palomera, Francisca yo te amo, Peonia,
Dónde estás Constanza y María.
En esa época
me gustaba el romanticismo y alucinaba con la idea de un amor eterno.
Lo
volví a leer hace un par de año, un poco más vieja y con hijos y me asqueo la
historia de America Vicuña, la jovencita
que murió por Florentino y por quien él no derramo ni media lagrima. Por lo que dejo de pertenecer a mis cuentos
favoritos, asumo que el ser madre me hizo tener otra perspectiva de las cosas.
Recuerdo
que alucinaba con la idea de ser amada en silencio, por la eterna espera, por
la paciencia y perseverancia de Florentino. Hoy pienso tan distinto…
El otro
día me encontré con un personaje de mi vida, esas personas de quién crees te
enamoraste y piensas que es la correcta y luego notas que él, en vez de corresponderte,
solo te perjudico. La cosa es que no lo veía
hace mas de 10 años y bueno, no pude ignorarlo, así que no quedo otra hablar,
los típicos, que es de tu vida y como está tu familia y entre dimes y te dirés,
descubrí que me ha mantenido en sus recuerdos con mis historias de infancia.
Fue raro… es que no quiero ser el fantasma, de nadie.
Me
gusta la vida, las historias recientes, los abrazos cotidianos, los amigos a
quienes puedo invitar a almorzar y, aunque no nos veamos en varios meses, sea
como ayer y podamos ponernos al día en 3 minutos, para luego seguir hablando
por horas de lo que aún no ocurre.
Que
estoy leyendo ahora… 50 sombras… la saga… mi opinión… una novela rosa, no tan distinta
a las que leía de niña, con el factor sexo incluido, y aunque se hablen de
látigos y esposas, sigue el mismo cuento de la cenicienta, la pobre joven que
se enamora del príncipe y por supuesto, sin pronunciar la palabra pene…
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