domingo, 20 de enero de 2019

Humitas

Me encantas las humitas pero las preparo una vez al año, así que es bien común que olvide la receta. Aprendí hace un par de años que para mi familia de cuatro, con 6 choclos me basta y me sobra.

Decidí hacer mis humitas el miércoles pasado con los choclos que había comprado el domingo. Por supuesto, las hojas ya no estaban tan bonitas pero no me importó porque el truco de mi mamá es muy bueno, echar las hojas o chalas de las humitas en una olla con agua hirviendo para que se limpien y ablanden. Así que comencé pelando los choclos y luego seguí con el pino, pero ya había olvidado cuántas cebollas necesitaba para el pino así que llamé a mi mamá para preguntarle, pero no me contestó, no me quedó de otra que preguntar por el WhatsApp familiar, de esa forma, cualquiera de mi familia que sepa la receta podría ayudarme y, tal como lo esperaba, no tardaron en contestar varios de mi familia, después de un par de comentarios, acordamos que eran dos cebollas grandes o tres pequeñas.

Seguí con la labor de elaborar el pino, pique la cebolla con mi picador de cebolla, para que no me quede como pa’ganso, la freí en manteca, busqué la albahaca la cual, con tanto calor, se me había secado, pero no me importó, estaba seca pero buena, así que simplemente la molí entre mis manos, quedó como una especie de orégano, agregue sal, ají de color y un ingrediente secreto que no se los puedo decir porque es secreto, mi mamá me lo dio y como mi mamá no me autoriza decir sus secretos, no se los puedo contar.


Por supuesto que este plato lo tengo que hacer con mi aspiradora al lado, porque saltan los pelos de choclo y no sé cómo controlarlos, me lleno de pelos, soy pésima sacando los pelos, pelos en el mesón, pelos en el piso, pelos en mi ropa, pelos en las chalas… pelos por doquier… así que apenas iba pelando, iba aspirando, y pensando que capaz que estás humitas igual me queden con pelos.

Como la Coni no me quiso acompañar, ayudar, ni siquiera conversar mientras yo cocinaba, me sentí obligada a buscar la mejor música que me acompañara. Es cogí a Bruno Mars y al son de “The Lazy Song” seguí rayando el choclo, sacando la mayor cantidad de pelos posibles. Para moler el choclo use mi “un dos tres”, es lenta pero funciona de maravilla, tengo que agregar de a poquito puñados pequeños de choclo picado. Este proceso es lento, pero mecánico, así que me permitió meditar mientras trabajaba. Apague la música un ratito para escuchar mi propio pensamiento y me vinieron muchos recuerdos a la cabeza.

  • Recordé que cuando era más chica y le ayudaba a mi mamá moler el choclo ella me decía “no tan molido que queda muy jugoso, no tan grueso que queda muy duro”. La maravilla de que mi choclo no fuera tan fresco es que no me quedó para nada jugosos así que los pude moler al máximo, sin pensar tanto si lo hacía bien o no. Las humitas de mi madre son exquisitas, a pesar de que yo hago su receta, no me quedan igual, de niña añoraba la llegada de la temporada de hacer humitas, no sólo porque le quedaban muy ricas, sino que me encantaba toda la magia que se producía durante la preparación, las preparábamos en familia y era entretenido, con cariño, con paciencia y con alegría. En el tiempo se sumó mi cuñada Sole y con ella es más entretenido aún, pues ella es chistosa, lo pasamos muy bien cocinando en familia y comiendo esas humitas suavecitas que mi mamá prepara, a ella siempre le quedan suavecitas, sabrosas, son realmente exquisitas las humitas de mi mamá.
  • Recordé la historia de un amigo que su polola le regaló humitas y le quedaron tan mala que las dejo en el congelador por mucho tiempo, no quiso botarlas porque no quiso hacer evidente el mal trabajo de su polola al prepararlas, sin embrago, cada vez que alguien se pegaba en alguna parte y debía ponerse hielo, sacaban humita del frigider y se la ponían en el golpe, era muy chistoso.
  • Recordé que una vez probé unas humitas hechas con manteca de cerdo, me dijeron que esa era la receta original, creo que hasta aparecieron unos pedacitos de cerdo dentro de la humita, la encontré muy mala.
  • Recordé que la mayoría de mi familia le gusta echarle azúcar a las humitas, es común ver el azucarero sobre la mesa cuando nos juntamos a comer humitas. Yo las prefiero con ensalada a la chilena.

De tanto acordarme de las humitas que he probado durante mi vida, no me di ni cuenta cuando ya había terminado de moler todo el choclo.
Lo demás fue fácil, mesclar el choclo con el pino, estilar las hojas, hacer “amarras”, porque yo no uso pitas, sino que corto tiritas de las mismas hojas y amarro las humitas con ellas, armar la huma y a la olla.

En total me salieron 15 humitas medianas.
Me demoré como 3 horas en hacerlas y como ya era tarde, apareció Coni con hambre, como que se acordó que su mama existía cuando le rugió su guatita… mmmm… se puso feliz cuando vio lo que había de almuerzo y ver sus ojitos brillantes hizo que todo el trabajo valiera la pena.

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